Extraño tus dedos de madre que nunca dudaban y siempre sabían de incondicionalidad.
Extraño tus consejos y tu sabiduría.
Extraño escuchar tus poemas y ver tus dibujos. Extraño tus ojos dados vuelta.
Que siempre me mandaras a dormir y yo nunca te hiciera caso.
La voz de Alejandro Dolina tarde a la media noche.
Como jugábamos a que yo te llevaba el plato de comida a la cama cuando estabas enferma, hasta que ya no pude jugar más y tuve que hacerlo en serio.
Extraño que no tenías idea lo que era dejarme sola, siempre estuviste, hoy estás, en las flores del jardín.
Extraño que te gustara mi música, mis letras, todo lo mío y lo tuyo también.
Extraño los regalos que le hacías a tus compañeras de trabajo y que yo tuve que hacer cuando ya no estabas.
Extraño tus discursos y el algodoncito con alcohol que le pasabas a la mesa,
recuerdo de tus años de enfermera.
Hoy te extraño,
admito que me haces mucha falta.
Te quiero y te reconozco en tus nietas y en mis ojos cargados de lágrimas.
Te quiero, espero que una estrella sea tuya.
Hermoso.
Qué bueno que te guste