Ella tuvo suerte

Si ella hubiera tenido el apoyo de su familia quizás la historia hubiera sido otra. Pero no fue así, la respuesta fue, “conozco a un médico, él te puede ayudar”. Tenía veintiún años y de no haber conseguido la plata, y si su madre no hubiera sido enfermera, en vez de terminar en una clínica clandestina en manos de un cirujano, hubiera terminado en “quien sabe dónde”. Ella fue de las que tuvieron suerte. Luego de que le colocaran unos óvulos, se fue sola en un remis. En el camino paso por la casa de una amiga a pedirle 50 pesos para pagarlo. Esa noche tuvo una hemorragia severa, sentía que estaba muriendo, pero el médico le comentó que se quedara tranquila que era normal que el sangrado fuera profuso. Se quedó dormida y soñó que un oso la desmembraba y las partes de su cuerpo colgaban de un árbol pleno de ramas negras.

Cuando despertó comprobó que todavía estaba viva. Luego con el paso de los días siguió sangrando, seguía yendo a estudiar y por la tarde iba a ver a su madre a la clínica donde estaba internada, se quedaba de noche en vigilia y seguía sangrando, se subía al colectivo y veía puntitos azules de tanta sangre que perdía. Se sentía muy débil, pero no dejaba de hacer las cosas que venía haciendo, en ningún momento dejó de hacerlas. Luego de dos semanas el sangrado era tan intenso que manchaba sus jeans, así que se comunicó con el médico y este le dijo que fuera a verlo. Le aspiraron los coágulos con un instrumento para tal fin y le suministraron unas pastillas para cortar el sangrado. Ella lloraba, pero sus lágrimas no caían a causa del medicamento que había ingerido.

Todo eso pasó y sobrevivió, su cuerpo superó el trance, pero su vida ya no era la misma. Había pasado sola todo el proceso, su familia desconocía que era lo que le había ocurrido, su madre murió un mes después. Este es apenas un relato verídico y breve, pero viene al caso, porque es hora de acabar con el “dejarlas a su suerte” y solas, porque muchas no la tienen y terminan muertas. Es hora de entender que muchas no pueden elegir, que muchas no tienen los medios, ni los conocimientos para acceder a mejores cuidados y atenciones. Ella tuvo suerte de sobrevivir, pero entre las cosas que le faltaron figura un acompañamiento psicológico acorde, y estar en un hospital en vez de quedarse en su casa esperando no morir.

Les puedo asegurar que nadie elegiría pasar por algo así, sin tener la certeza de que no podía darle a ese hijo los cuidados necesarios para tener una vida con bienestar. Les puedo asegurar que varias llegan a esa situación producto de un abuso y totalmente en contra de su voluntad. Y también les puedo asegurar que la vida continúa, pero no es más simple, ni más complicada que cualquier otra vida. Muchas se encuentran en el limbo del desconocimiento y el abandono. Es hora de ampliar las miras, de dar alternativas de adopción directa o acelerar los trámites para que aquellas que quieran que sus hijos tengan otra familia puedan conseguirlo con más facilidad, en vez de repartir condenas y pensar que esto se soluciona por la vía más rápida y fácil. Es hora de dejar de fingir que esto no está pasando en este mismo momento, a manos de aquellos que están capacitados para hacerlo y brindan ese servicio, solo que a cambio de dinero y lejos de la vista de la mayoría. Es hora también de aceptar y poner sobre la mesa el hecho de que una mujer también puede elegir, sobre su vida, su cuerpo y su futuro y tiene derecho a hacerlo en las mejores condiciones posibles. Y es vital mayor educación y más apoyo por parte de familiares y conocidos para que cada vez sean menos las que tomen este camino. Esto nos implica a todes, no hay ninguna clase de justicia en el hecho de que muchas se encuentren solas y a merced de la suerte.

María Beatriz González

28/09/2020

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