Conciencia

A veces nos sentimos solos, y aunque estemos rodeados de personas es igual porque ese sentimiento va con nosotros adonde vayamos. A veces es porque la vida nos ha golpeado y se han dado una serie de hechos consecutivos que nos han dejado a la deriva, a veces es porque la rutina se apoderó de nosotros dejándonos la sensación de que no tenemos alternativas. Pero el problema radica en que muchas veces ese sentirnos solos deja de ser un episodio, y se convierte en un terror pavoroso a la soledad y buscamos desesperadamente en otros la salida a ese padecer. Huimos de nosotros mismos, huimos del dolor, huimos de la soledad y nos atamos a los demás con la esperanza de que calmen ese intenso dolor. ¿Cuál es la raíz de semejante temor, algo que se vuelve tan grande que no nos deja ver con claridad, que nos impulsa a negar lo innegable a aceptar lo inaceptable, a soportar lo insoportable?

El drama de este tipo de comportamiento es que nos hace dependientes de otros, en el caso de una pareja, nos hace querer que sea según nuestras necesidades y cuando el otro no responde, no podemos darnos cuenta de que simplemente no es para nosotros y ahí comienza el resentimiento, el enojo, la frustración, la ira, la decepción, el maltrato, e incluso la asfixia; y la indiferencia del otro nos deja un sabor amargo. Pero recordemos algo, amar a otro es quererlo según es, con sus defectos y virtudes, errores y aciertos y no intentar que sea según nosotros y  nuestros mayores anhelos. Amar al otro a veces es dejarlo ir, dejarlo ser, con todo lo que esto implica, dejar de usar al otro como ancla, solo porque no somos capaces de amarnos a nosotros mismos.

Esto no es una cosa sencilla, no es algo que se consigue de un día para el otro, no es una solución mágica y por sobre todas las cosas no es gratis, a veces la conciencia tiene un costo muy alto y a veces nos llega cuando la vida por algún motivo ha llegado a su extinción.

Erradiquemos el miedo de nuestra vida, es un arma de doble filo, porque en cierta forma nos protege, pero al mismo tiempo es la raíz de muchos males que nos aquejan cotidianamente,  nos hace huir cuando es momento de quedarse, ¿quedarse adonde?, junto a nosotros mismos para darnos un abrazo cálido, para brindarnos amor, para elegir a conciencia lo que queremos.

A veces sirve hacer de cuenta que mañana se acaba el mundo, ¿qué harías si tuvieras ese conocimiento? Y después de descartar las opciones insólitas, como tirarte de un edificio haciendo base jumping, podes ir a un centro comercial y comprarte una campera que te guste, podes empezar a hacer gimnasia (es un ansiolítico fenomenal), podes meterte a un cine a ver esa película de acción que tanto te gusta o esa romántica que tu pareja nunca te acompañaría a ver. Dejemos de esperar de otros lo que sabemos no están en condiciones de darnos, y hagámoslo nosotros por nosotros mismos y ahí veremos los felices que podemos ser… y también recién ahí seremos capaces de hacer felices a otros…

Deja un comentario