De un extremo a otro la triste gradación, el gris que nunca se decide, el matiz, la suave gota que cae y el silencio interrumpe. Nada se consuma sin haberse cuajado primero, y nada se consigue sin haber cometido alguna clase de asesinato, y es ahí entre los síes y los noes donde se juega la vida, y el cobarde gana, solo porque sabe no asomar la nariz y el valiente pierde porque trasluce, muestra sus entrañas a lo abierto del desengaño, duele, llora se pierde, porque lo intenta otra vez, de nuevo, igual que tantas veces.