Veinte vidrios a prueba de balas
Doce placas de titanio
Varias capas de concreto
Cercos electrificados
Plenos de alambre de púas
de esos que arrancan la carne
Una alarma con dos códigos
de los que son rebuscados
Treinta armados caballeros
si se puede, hasta los dientes
Perros feroces que persiguen
Al que pretenda acercarse
Quince cámaras de vigilancia
Cinco hackers que refuerzan
tremenda seguridad.
¿No es acaso un poco inútil
tanta premeditación?
Si siempre surge ocasión
para un nuevo atardecer.
Siembra uno
piense yo
tuerce el fuero
agita en vano,
que exagerada no soy
esto es puro resquemor,
parafernalia marchita
que nada impide
que un día
yo repita
que aún te amo.