Ilusionarse

La diferencia entre un beso apasionado y un beso seco en la mejilla, la diferencia entre una mirada de deseo y un no mirar, cuando llega la noche la realidad avanza y recuerdo que no tengo nada si no tengo ilusiones, que no tengo ganas de respirar de vuelta si no tengo un motivo, que duele demasiado estar tan lejos, duele tanto que sale en forma de lágrimas.

¿Qué tienen de malo las ilusiones que nos empeñamos en hacerlas desaparecer? ¿No podemos darnos cuenta que son el combustible que nos permite caminar día a día? Es la diferencia entre la mejor comida que hayas probado en tu vida y el pancho recocido del quiosko de la esquina (sin animos de ofender, aunque, ¿cuántas veces ese pancho nos ha resultado un manjar?). La diferencia radical entre una sonrisa, una carcajada y una mueca de condescendencia, la diferencia entre conformarnos con lo de siempre y arriesgarnos a algo nuevo, emocionante y vivificante, la diferencia entre la música que más nos gusta y aquella que no nos queda otra que escuchar, la diferencia entre sentir sobresaltado el corazón y dejarlo latir porque es un músculo, la diferencia entre vivir plenamente y estar muertos en vida simulando ser personas felices.

Esa es la diferencia entre vivir ilusionado y vivir a la sombra de una realidad que no basta, porque por si solas las cosas que nos rodean son simples cáscaras, por si solas carecen de sentido, cada cosa resulta importante en tanto y en cuanto se relaciona con una emoción. Y nos hemos acostumbrado tanto a tratar a la gente como simples cáscaras, que deben verse bien, que nos olvidamos de lo vital que resulta sentir, esperanzarse, tener fe en algo, ya sea un proyecto o porque no una persona. Qué diferente crece un niño cuando alguien cree en él y como se nota en su rostro que alguien puso su amor y su dedicación en él. Lo distinto que crece alguien a quien nadie nunca le enseñó que es una personita valiosa por sí misma. Entonces, así como la semilla necesita del agua y del sol para crecer y desarrollarse, así los seres humanos vivimos y crecemos gracias a la creencia en nuestra propia valía, pero esa creencia no nace, ni se alimenta por sí sola, hay otros seres cerca nuestro que al creer en nosotros nos enseñan a creer en nosotros mismos y así poco a poco al crecer nos hacemos independientes.

Recordemos que la vida es más que un maquillaje costoso, es también la ilusión, la emoción, la creencia, la esperanza, el coraje, y porque no el amor…

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