Sobre el hecho de escribir es algo que me acompaña desde siempre. Ha sido y sigue siendo mi manera más fluida de conectarme con aquello que considero el principio de todas mis cosas, al menos de las cosas más importantes de mi vida, los seres que amo, mis múltiples profesiones, mis sueños, mis caras esperanzas, mis olvidos, mis dudas y todo cuanto manifiesto.
De ahí que este sitio se llame Infinitaversa pues su contenido es de alguna manera una cosmogonía, un espacio de encuentro de múltiples caminos que se entrelazan para formar mi existencia, pero que han corrido históricamente separados. Hoy por hoy al fin se reúnen y eligen mostrarse, casi sin pedirme permiso, pero seguro para mi bien. Porque siempre es para bien la manifestación, la elección libre de salir del baúl de los recuerdos para comenzar el camino de la buena vida, de la vida con mayúscula, que se exorciza y avanza, que se purifica y se vuelve entrega.
Así que fue de esta manera que decidí darme a conocer sin buscar aprobación, ni esperar ningún tipo de loa y sin responder a ninguna crítica literaria, pues me considero una advenediza en ese aspecto, apenas una aprendiz diría Sor Juana Inés de la Cruz a quien adoro a la distancia.
Esto es apenas un acercamiento a la gente, una forma de soltarme y de soltar para dejar de estar atada y encerrada, para ser más libre. Me mueve la firme creencia de que como persona y como mujer puedo hacerme de espacios de libertad cada vez mayores, escribiendo, cantando y luchando día a día por conquistarlos.
María González